Plaza Barrio Olímpico
























En la Comuna 8 de Buenos Aires, el Barrio Olímpico, legado de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, presentaba una paradoja urbana: una infraestructura residencial moderna que carecía de espacios públicos vibrantes. Ante la necesidad manifiesta de sus residentes por lugares de encuentro, el diseño de esta plaza comunitaria surge como una respuesta directa, transformando un lote vacante en un catalizador de actividad social.
El proyecto se inscribe en una estrategia urbana más amplia que busca dotar al entorno de equipamientos de cercanía. En un contexto de marcada desigualdad territorial, la plaza se presenta como una acción reparadora, ofreciendo una alternativa tangible para el goce del espacio público en un área históricamente relegada. Diseñada a partir de procesos participativos, y con especial foco en niños y adolescentes, la intervención transforma un terreno baldío en un espacio abierto que prioriza el derecho al juego, al encuentro y a la recreación.
El diseño se basó en criterios de accesibilidad universal para crear un entorno inclusivo y seguro, con zonas diferenciadas para jugar, descansar y entrenar. El elemento articulador es una distintiva estructura de tubo metálico rojo que aporta una fuerte identidad visual y funciona simultáneamente como soporte para juegos, mobiliario urbano y señalización. Su trazado define los recorridos y organiza el programa, que incluye una cancha de básquet, un área de entrenamiento y juegos infantiles.
La materialidad fue seleccionada para reforzar la apertura y la durabilidad. Se incorporaron superficies permeables como el caucho continuo drenante, que absorbe impactos y evita la impermeabilización del suelo. A su vez, se utilizaron bancos de hormigón in situ que delimitan sectores y promueven el descanso sin necesidad de rejas ni cercos, reforzando la apropiabilidad del espacio.
Desde una perspectiva técnica y ambiental, se eligieron materiales durables, de bajo mantenimiento y alta resistencia, adecuados al uso intensivo. La incorporación de vegetación nativa y zonas de sombra contribuye a mejorar el confort ambiental y reducir el impacto ecológico del proyecto.
Frente al retroceso del espacio público ante el ocio privatizado, la plaza fue pensada como un lugar cotidiano y sin barreras. Su ejecución forma parte de un ciclo virtuoso de economía urbana: el nuevo espacio público impulsa futuros desarrollos, y estos, a su vez, permiten financiar nuevas mejoras en el barrio. Desde su inauguración, la plaza ha sido intensamente utilizada, consolidándose como un nuevo y vital punto de vida comunitaria.