Playón de Chacarita es un barrio popular de la Ciudad de Buenos Aires, surgido en el año 2000 sobre las vías del ferrocarril. El proyecto Playón Red tiene como objetivo crear una red de espacios públicos seguros, saludables y sostenibles a través del diálogo participativo con vecinas y vecinos. La iniciativa busca fomentar interacciones socio-ecológicas para construir una comunidad más inclusiva y resiliente. Para alcanzar estos objetivos, se implementó un modelo de gestión colaborativa que integra a organizaciones y cooperativas locales, con el apoyo financiero de re:arc Institute y el respaldo del Instituto de Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires.

A través de talleres participativos, los vecinos dieron forma activa al diseño de tres proyectos clave destinados a transformar el barrio en una primer etapa: (i) El Corazón de Manzana, un pasaje interior restaurado que preserva la memoria e identidad local al tiempo que mejora la calidad ambiental; (ii) el Jardín de Guevara, un parque de bolsillo que también funciona como jardín de lluvia para mitigar inundaciones; y (iii) la Cancha de Palpa, un espacio deportivo diseñado para la recreación segura de los jóvenes. En una segunda etapa, el proyecto contempla la construcción de un Centro Comunitario, destinado a actividades culturales, educativas y económicas.

Estas iniciativas conforman una red de infraestructuras verdes y espacios comunales, esenciales para mejorar la seguridad, la salud y el bienestar social en el barrio. Playón Red se enmarca entre los proyectos e investigaciones que buscan reorientar la sostenibilidad urbana hacia la adaptación climática de los asentamientos autoconstruidos.

Las organizaciones y cooperativas locales, profundamente arraigadas en el barrio, lideran el proceso de implementación y construcción. Este enfoque comunitario fomenta un sentido de pertenencia y asegura la sostenibilidad de las intervenciones. Al movilizar a una diversidad de actores, incluidas agencias gubernamentales, ONG locales y donantes internacionales, la iniciativa promueve tanto la resiliencia climática como social. En última instancia, mejora la calidad de vida de los residentes del Playón y cultiva un entorno urbano más inclusivo, crucial para los asentamientos vulnerables en toda América Latina.